Al alcanzar la etapa conocida como madurez, aquella entre los 45 y los 55 años, la práctica de ejercicio físico resulta cada vez más necesaria si queremos disfrutar de un envejecimiento activo que asegure nuestra calidad de vida durante la tercera edad. Y es que “el periodo comprendido entre estos años es vital para llegar a la vejez en condiciones óptimas”, según afirma el entrenador personal Brandon Viana, que dirige el grupo de trabajo HappyFuryanFitness.
Pero adoptar un plan de entrenamiento específico entre los 45 y los 55 años no sólo es clave para tener una buena calidad de vida a largo plazo, sino que también nos ayudará a prevenir los peligros del sedentarismo para la salud, ya que suele ser una época propicia para abandonarse a la inactividad física debido a las cargas profesionales y familiares, que hacen que cada vez se salga menos de casa después del trabajo para tener tiempo de atender las tareas del hogar y descansar, hasta que finalmente se renuncia a practicar cualquier tipo de deporte.