Cada vez que una célula se divide su ADN se duplica para que las dos células hijas tengan el mismo material genético que su progenitora. Eso significa que en el cuerpo tiene lugar millones de veces al día una hazaña bioquímica: el copiado de la molécula de ADN.
Es un trabajo de alta precisión a cargo de proteínas específicas, y que incluye sistemas de protección contra potenciales errores.
Pero cuando una región del ADN se replica más de lo debido se generan roturas en la molécula, y aumenta la probabilidad de que un gen relacionado con el cáncer se exprese más (si está en la región replicada en exceso); su impacto negativo en el funcionamiento de la célula sería entonces mayor, y podría ser el inicio de un cáncer.
Pues bien, un equipo de investigadores del Grupo de Replicación de ADN del Centro Nacional de Investigadores Oncológicas (CNIO), dirigido por Juan Méndez, ha descubierto un sistema anti-fallo.
Se basa en una proteína que se ocupa de que el ADN se copie solo una vez, como debe ser, y no dos o más veces.
Así pues, evitando el exceso de replicación “se previene el daño en el ADN y se reducen las posibilidades de amplificar oncogenes”, destaca Méndez en un comunicado.
La molécula de ADN tiene una estructura de doble hélice. Para poder ser copiada las dos hebras de la hélice primero se separan, y cada una sirve de molde para que la maquinaria de replicación construya dos nuevas dobles hélices. Completar el proceso lleva horas. En tejidos que se regeneran con mucha frecuencia, como la piel o el intestino, las células están replicándose (y copiando ADN) casi continuamente.
No es un proceso sencillo. Una molécula de ADN humano tiene 3.000 millones de piezas químicas, las bases –las famosas letras A, T, C, G–.
El orden en que se disponen estas letras constituye la información genética, es decir, las instrucciones que hacen que la célula fabrique tal o cual proteína en cada momento.
Si las instrucciones son erróneas –por ejemplo, cuando hay mutaciones–, pueden aparecer enfermedades. Por eso el copiado del ADN es un proceso crítico para el organismo, que ha desarrollado múltiples mecanismos moleculares para evitar errores.
El que han descubierto ahora los investigadores del CNIO tiene que ver con la proteína RAD51.
Su misión, en este contexto, es ayudar a evitar que los fragmentos de ADN ya copiados se copien otra vez.
La copia empieza por miles de sitios a la vez
La copia del ADN comienza por miles de sitios a la vez, que en la jerga se llaman orígenes. Las proteínas que se ocupan de la copia se acoplan a ese punto de origen y empiezan a trabajar, como micromáquinas.
Se conocía ya un primer sistema de control del exceso de replicación, que impide que los orígenes se activen más de una vez. Si pese a todo comienza, erróneamente, un segundo proceso de copiado, entra en juego el mecanismo anti-fallo ahora descubierto, basado en RAD51.
Los investigadores del CNIO observan que RAD51 se une temporalmente al ADN recién sintetizado.
Así, si por error se volviera a activar el proceso de copia, su presencia sobre el nuevo ADN (que ahora está sirviendo como molde para copiar), se convierte en un impedimento físico: la maquinaria de copia no puede seguir avanzando.
“Observamos que RAD51 actúa como un segundo freno para la re-replicación del ADN”, afirma Sergio Muñoz, primer autor del estudio.
De esta forma, “RAD51 previene las duplicaciones genómicas que podrían surgir a partir de orígenes re-activados”, añade.
En su publicación en “The EMBO Journal” los autores del estudio, en el que también han participado investigadores de la Universidad de Zurich, escriben que “la re-activación de los orígenes podría favorecer la carcinogénesis, al promover la aneuploidía [un número incorrecto de cromosomas en la célula] y la formación de poblaciones celulares heterogéneas, que aumentan la adaptabilidad de las células tumorales”.
El papel protector de RAD51 puede ser especialmente importante en las lesiones pretumorales, en las que hay mayor riesgo de sobrerreplicación.