Autoestima: “valoración de sí mismo”; “aprecio o consideración que tiene de sí mismo”. La actividad física puede mejorar esa valoración de forma directa o indirecta. Lucir bien en el espejo es una de las causas, pero hay muchas más que vamos a describir a continuación.
La alta autoestima mejora el crecimiento mental y juega un papel destacado en los pensamientos, sentimientos y metas de una persona. Las personas con niveles más altos de autoestima se evalúan a sí mismas de manera positiva y tienen una actitud positiva hacia sí mismas.
El respeto por uno mismo nos proporciona seguridad interior y confianza en nosotros mismos, haciéndonos sentir que somos dignos y merecedores de cosas buenas. Por el contrario, una baja autoestima nos hace sentirnos inferiores y desanimados a la hora de afrontar retos.
Existen varias formas de mejorar la autoestima según la ciencia. Una de ellas es la actividad física porque nos ayuda a elevar nuestro poder mental y físico, relacionados directamente con la calidad de vida.
Autoncepto: la pieza clave
La actividad física puede ayudar a las personas a lograr un autoconcepto positivo y promover el bienestar psicológico a través de la mejora de las percepciones físicas y la satisfacción corporal.
Primero debemos tener en cuenta que la realidad es neutra, y nosotros somos los que la construimos. Un ejemplo es cuando vemos un partido de fútbol, siendo nosotros de un equipo, y la persona con quien lo vemos del otro equipo. Cuando marque gol nuestro equipo nos alegraremos y celebraremos, pero nuestro acompañante se frustrará. Ocurrirá al revés cuando sea el otro equipo el que marque gol.
Y yo, que estoy con vosotros dos viendo el partido, como no sigo el fútbol, veré desde fuera algo neutro: ni me alegraré, ni me frustraré. Es por ello que la autoestima no depende finalmente de un cuerpo perfecto ni de ser los mejores haciendo algo. Nuestra valoración y aprecio depende de cómo nosotros observemos nuestras capacidades.
Esa es la diferencia entre autoconcepto y autoestima, términos relacionados, pero no sinónimos. El autoconcepto es la opinión que tenemos sobre nosotros mismos, nos juzgamos. En este caso sería el gol en el fútbol. La autoestima es la valoración que le damos a ese autoconcepto, es decir, como reaccionamos al gol.
Si le damos una puntuación alta a nuestro autoconcepto, la autoestima es alta. Si le damos una baja puntuación a nuestro autoconcepto, nuestra autoestima es mala. Es por eso que mejorar la autoestima va mucho más allá de levantarnos un día y sentirnos bien por arte de magia. Se trata de un trabajo externo e interno.
Mejorar nuestra composición corporal mediante la actividad física es uno de los factores de los que se beneficia nuestra autoestima. La actividad física es útil no solo para mejorar la composición corporal, también para favorecer mecanismos neurológicos que hacen que nos juzguemos positivamente (autoconcepto) y que nos apreciemos más (autoestima).
Las áreas relacionadas con la autoestima que mejoran con la actividad física
Salud mental: ansiedad, estrés y estado de ánimo
La salud mental se ha convertido en un problema de salud pública entre los jóvenes de todo el mundo, siendo un 20% de adolescentes los que muestran alguna alteración esta rama de la salud. La actividad física es considerada como una de las estrategias importantes para prevenir y tratar los problemas de salud mental.
Se debe a una parte fisiológica o intrapersonal, y a una parte social o interpersonal. En este caso hablamos de la parte intrapersonal, con nosotros mismos. En apartados siguientes nos centraremos en la parte interpersonal, con otras personas.
Ansiedad, depresión, estrés, ira, tensión, estado de ánimo negativo y baja autoestima son estados que pueden estar conectados entre sí. La actividad física alivia la baja autoestima y mejora el estado anímico por su efecto terapéutico emocionalmente positivo.
La actividad física produce diferentes mecanismos beneficios para nuestra autoestima en el cerebro, donde se controlan los estados de ánimo y la presentación de nuestra imagen como personas. Una revisión reciente de este año muestra como la actividad física de moderada a vigorosa, está inversamente asociada con las probabilidades de sufrir depresión.
Además, tanto el entrenamiento de resistencia como el de fuerza, estimulan nuestro sistema hormonal haciéndonos sentir bien y aliviando el estrés. Si nuestro estado de ánimo es positivo y nos alejamos de la ansiedad y el estrés gracias a la actividad física, es más probable que nuestra autoestima sea alta.
Conexión social y pertenencia a un grupo
Además de esos mecanismos fisiológicos desde dentro hacia afuera, la actividad física nos conecta con otras personas y nos distrae. Prueba a tener dos pensamientos a la vez, de forma simultánea. Cuando estamos distraídos con la actividad física y con otras personas se hace más complejo ocupar nuestra mente con algunos pensamientos que minan nuestra autoestima.
Sin embargo, ¿qué ocurre si estamos solos en el sofá? Seguramente tengamos más tiempo y “espacio” en nuestra mente para recibir pensamientos negativos que en el caso anterior, donde la ocupación y el contacto social nos permite evadirnos y tener un estado de ánimo positivo.
Autoeficacia: la sensación de logro y una mejor percepción de nuestras cualidades.
Participar en actividades físicas aumenta nuestra autoeficacia: creer que somos capaces de lograr tareas específicas. Es un círculo que se retroalimenta donde hacemos algo, lo conseguimos, creemos que seremos capaces de hacer otra cosa, lo conseguimos… Y así crece nuestra autoeficacia y nuestra autoestima.
Este estudio es un ejemplo, donde los atletas de élite con un nivel de competencia muy elevado mostraban un mayor grado de autoestima que aquellos que no eran atletas. Tener éxito en cualquier ámbito, como el deportivo en este caso, puede aumentar la confianza para realizar distintas tareas.
Imagen corporal: mejora de la composición corporal y mejor percepción de nuestro cuerpo
Es uno de los factores que más influye en el bienestar psicológico, pero ya hemos visto que no es el único. Estar cómodos con nuestro propio cuerpo produce sentimientos positivos generales, pero no estar satisfechos con el mismo hace que nos juzguemos cruelmente (autoconcepto) y que nos asignemos una valoración muy negativa (baja autoestima).
Ya hemos comentado que la población adolescente presenta niveles excesivamente altos de alteraciones de salud mental. Nuestro cuerpo, y el juicio que hacemos de él afecta de manera directa a nuestra autoestima en todas las edades, pero en la adolescencia cobra una importancia vital.
La actividad física es la clave que mejora nuestra composición corporal, ayudada de alimentación correcta y un estilo de vida saludable. Varias son las investigaciones que asocian la práctica de actividad física con una mejor percepción de la imagen corporal y una mayor satisfacción con uno mismo.
Es recomendable instalar la actividad física como hábito para una mejor autoestima, ya que tanto los efectos sobre nuestra imagen corporal, como todos los beneficios citados anteriormente dejan de producirse si dejamos de realizarla. Un grupo de adolescentes con obesidad mejoró su autoconcepto gracias a un programa de entrenamiento, pero aquellos que no continuaron realizando actividad física después volvieron a empeorar en este sentido.