Si un adolescente dice que se quiere quitar la vida, es un error pensar que quiere llamar la atención

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 Hay un mito que dice que, cuando una persona intenta quitarse la vida y no lo consigue, es que quería llamar la atención. Es un error pensar así, pues está comprobado que, cuando una persona dice que se quiere suicidar, esto incrementa el riesgo de suicidio.

Los intentos de suicidio en chicas adolescentes han aumentado un 195% desde septiembre del 2020. También se han incrementado los trastornos de la conducta alimentaria, trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, algunos trastornos obsesivo-compulsivos, y las autolesiones (con objetivo suicida o no).

 ¿POR QUÉ HAN AUMENTADO LOS INTENTOS DE SUICIDIO EN SEPTIEMBRE 2020 Y NO AL EMPEZAR LA PANDEMIA?

Durante el confinamiento total, que empezó en marzo de 2020, los jóvenes estaban en casa con sus padres y era más difícil realizar tentativas. También desapareció un factor de estrés de sus vidas: ir al colegio. Sin embargo, en septiembre de 2020 siguen confinados para todo lo relacionado con el ocio y las extraescolares, pero tienen la obligación de acudir al colegio sin ninguna de las válvulas de escape que antes tenían. No poder tener ocio ni interacción social deja muy vulnerables a los adolescentes.

 Y ¿POR QUÉ AUMENTAN, SOBRE TODO, LAS TENTATIVAS EN EL SECTOR FEMENINO?

No hay una única causa; como casi todo en psicología, es multifactorial. Las chicas adolescentes tienden a tener más trastornos emocionales que los chicos, parece ser una predisposición biológica con un componente socio-ambiental importante. Antes de la pandemia ya había más consultas por síntomas depresivos y de ansiedad por parte de chicas, y se ha comprobado científicamente que chicas y chicos gestionan de forma diferente el estrés. Muchas/os adolescentes que intentan suicidarse no tienen ninguna patología mental, simplemente no saben gestionar el estrés y las emociones ante situaciones de alto impacto emocional, como una ruptura con la pareja o la traición de un amigo.

 SOLUCIONES: la mejor vía de solución es la prevención. Por un lado, se podría enseñar en las escuelas técnicas de gestión del estrés, inteligencia emocional, habilidades sociales y resolución de problemas (sea dentro del currículo o como extraescolares). Por otro lado, los padres en casa deben estar atentos, no sólo a lo que verbaliza el/la adolescente, sino también a cambios de conducta como aislarse en su habitación, dejar de ver a sus amigos, etc.