El cáncer digestivo puede afectar a diferentes partes de este sistema. Pueden ser el esófago, el estómago, el hígado, el páncreas, el colon y el recto. Los síntomas pueden ser diferentes según dónde esté ubicado el tumor, aunque hay algunos que pueden ser comunes. Algunos ejemplos son:
- Cambios en el hábito intestinal, tanto diarrea como estreñimiento de aparición súbita y sin causa aparente.
- Dolor abdominal o inflamación persistente.
- Sensación de evacuación incompleta tras la defecación.
- Pérdida de peso inexplicada.
- Sangrado con las heces.
- Dificultad o dolor al tragar.
- Pirosis o síntomas dispépticos persistentes.
- Nauseas o vómitos constantes.
- Cansancio o debilidad.
De todas formas, el director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, Diego Sánchez Muñoz, aconseja consultar cualquier cambio inesperado. Este puede tener detrás algún problema importante de salud, aunque las causas pueden ser muy distintas y no necesariamente tiene que ser cáncer.
Los tipos de cáncer que afectan al aparato digestivo
La frecuencia de aparición varía según factores ambientales y genéticos. El aparato digestivo es uno de los más amplios del organismo. Además, tiene más de una función: asimilar los alimentos y desechar los residuos mediante un sistema similar a un «tubo» del que forman parte el esófago, el estómago, el intestino delgado y el colon. Además, también tiene funciones metabólicas y endocrinas importantes en órganos como el hígado o el páncreas.
«Así, los diferentes tejidos tienen una anatomía y fisiología muy diversa y, de este modo, los tipos de cáncer que pueden aparecer son muy diferentes entre sí», explica el doctor. El más frecuente de todos ellos suele ser el cáncer de colon, «que en los últimos años se ha convertido en el cáncer más frecuente en ambos sexos, y con aumento muy importante de su incidencia en los últimos años». El gran componente genético que tiene este tipo de tumor hace que los programas de cribado, orientados precisamente a la prevención, sean muy importantes.
También está aumentando la incidencia, por otra parte, del cáncer de estómago. Este tipo de tumor «sí está muy relacionado con la infección por Helicobacter pylori, además de por factores ambientales como la dieta o la radiación, entre otros». En cuanto al cáncer de esófago, está relacionado con tóxicos (sobre todo, alcohol y tabaco), así como con el reflujo gastroesofágico crónico. Un precursor de este es el esófago de Barrett.
Uno de los más «temidos», no obstante, es quizá el cáncer de páncreas. Esto es porque, más allá de los pacientes con pancreatitis crónica, no existe una predisposición previa clara. Por ello, su detección precoz es mucho más complicada. Es más, «su relativa difícil accesibilidad hace que sea un tipo de cáncer que se suele diagnosticar de forma tardía, por lo que su pronóstico es más oscuro».
En los últimos años, sin embargo, la adquisición de pruebas complementarias más específicas como la ecoendoscopia ha permitido mejorar este pronóstico. Por último, el cáncer de hígado «suele estar relacionado en la mayoría de los casos con pacientes que sufren cirrosis hepática».
La importancia de la detección precoz
«En estos casos es absolutamente imprescindible la prevención y la detección precoz de los cánceres», asegura Sánchez Muñoz. En cuanto a la prevención, hay una serie de factores de riesgo que está en la mano de las personas evitar. Por ejemplo, «dejar de fumar, no beber o llevar una dieta saludable» suelen ser las primeras recomendaciones por parte de los especialistas.
A nivel médico, existen «programas de screening para algunos de los cánceres digestivos, como el cáncer de colon». Esto supone empezar a estudiar este órgano a partir de los 50 años para detectar lesiones precursoras del cáncer y, por tanto, poder diagnosticar esta enfermedad en las fases tempranas. Este estudio incluso podría empezar «antes si existen otros factores de riesgo, como antecedentes familiares, haber tenido pólipos en colonoscopias previas o padecer ciertas enfermedades crónicas como la colitis ulcerosa o la Enfermedad de Crohn».
Por otra parte, tener un seguimiento en caso de reflujo prolongado o de tener cirrosis hepática es también recomendado para prevenir diferentes tipos de cánceres del aparato digestivo. Otra opción es realizar un tratamiento para la infección por H. pylori.